domingo, 5 de enero de 2020

De Caminos...

El Camino ha ido muy lejos,
y si es posible he de seguirlo
desde la puerta.
recorriéndolo con pie decidido (fatigado)
hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí a dónde iré? No podría decirlo.

Hace ya algunos años inicie este espacio con el anterior epígrafe. El texto, para los conocedores de la obra de Tolkien, resultara del todo familiar. Se trata de la Canción del Camino. Habla del devenir caminante, con la incertidumbre de aquel que abandona su "status quo" hacia la aventura de la incertidumbre. 

Psicoanálisis y otros inventos. Así titule este Camino. ¿Hacia donde me ha llevado? Tampoco podría decirlo. El escritor (como cualquier otro artista; y es algo que ya he dicho antes) escribe primero para sí mismo. Recuerdo hace algunos años al acudir a un concierto de un trovador, anticipándose a las demandas del público, menciona: "Hermanos, tengo ya una lista de canciones que tocaré, al terminar con ellas, aceptaré sus solicitudes". El Camino puede ser el mismo, pero el camino seguido, las pisadas, los tropiezos, los atajos, los desvíos son particulares. A lo largo de estos años he podido escribir de lo que he querido y cuando lo he querido. Algunos años no he escrito nada, salvo pequeños esbozos que luego son abandonados. Pero el Camino sigue. 

El Camino sigue y sigue
desde la puerta.
El Camino ha ido muy lejos,
y que otros lo sigan si pueden.
Que ellos emprendan un nuevo viaje,
pero yo al fin con pies fatigados
me volveré a la taberna iluminada,
al encuentro del sueño y el reposo.

Quien se ha atrevido a dar el primer paso (en la vida, en la escuela, en el trabajo, en el amor, etc) ya ha ido mas lejos que muchos otros. Suele decirse sobre este primer paso que es el más difícil. Los subsecuentes ya no lo son tanto. ¿Hasta donde llegar? Será hasta donde el caminante lo decida. Sus pasos pueden resultar a su vez ejemplo para aquellos que continúan estáticos. 

Aun detrás del recodo quizá todavía esperen
un camino nuevo o una puerta secreta;
y aunque a menudo pasé sin detenerme,
al fin llegará un día en que iré caminando
por esos senderos escondidos que corren
al oeste de la Luna, al este del Sol.

Para quien va de ida y de vuelta sabe que hay otros lugares a donde no ha ido. Ese es el riesgo del caminante. Una ignorancia que es motor de impulso. La experiencia del análisis, desde el Camino, inicia cuando el paciente ha decidido dar el primer paso, no sencillo, de darle lugar a lo incierto, a lo absurdo, a las certezas que le han mantenido inmóvil. El analizante surge cuando se abandona el terreno seguro. La regla fundamental, el decirlo todo sin la censura social. ¿Hacia donde se dirige un análisis? Es desconocido. El analizante llegará hasta donde lo desee. Momento del retorno. Sin embargo, quienes hemos iniciado el recorrido y vuelto, muy pronto nos damos cuenta que no es todo. Que el deseo es un vacío. Uno que podemos bordear. Por senderos desconocidos es como llegamos a eso por lo que estamos perdidos...

lunes, 15 de abril de 2019

Reflexiones sobre el amor IV...

Hace casi 10 años que comencé con esta aventura que es el de pasar a la letra el pensamiento. Y, como el inconsciente no es por azar, tampoco lo fue en ese tiempo. Otra de sus características. Aquí estoy, pues, luego de este considerable tiempo, en la encrucijada de volcar en el papel lo que solo el amor puede inspirar. 

Ah, el amor. ¿Porqué insistimos tanto en él? De las invenciones humanas aquella que es genuinamente capaz de crear. Creación ex-nihilo. De la nada. Pues del amor no se sabe nada si no hasta que ya se esta hasta el cuello de él, citando a Mr. Darcy en la afamada Orgullo y Prejuicio. La invención es otra cosa. Invención en el sentido que le da Miller en su artículo clave "La invención psicótica". Nuevamente, no es por azar. El loco de amor, ya le llame en un articulo pasado al sujeto neurótico. El que de amor enferma. La clínica lo muestra en cada ocasión. Lo que lleva a un alma humana a la consulta del psicólogo/psicoanalista es el amor. Y tal situación, ese encuentro se da en un encuadre de amor. La transferencia. Herramienta vital del analista, incluso más allá de la interpretación, pues para que esta logre algún efecto ha de ser forzosamente desde la transferencia. Freud le llamo un nuevo amor. Lacan, por su lado, le concedió al amor la condición del goce para que devenga deseo. 

¿Qué hay del sujeto que habla, que llega a nuestra consulta y por nuestro supuesto saber, y su cuestión sobre el amor? Es que el amor es eso. Una cuestión, una pregunta, una duda. Un no-saber. Una ignorancia. Un no-quiero-saber-eso. ¿Como podría ser de otra manera? ¿Puede alguien conocer en su totalidad a otro, abarcarlo por completo? Debe haber cierto desconocimiento, un punto del cual no estoy seguro. Y llevarlo hasta el extremo. Muchas de las problemáticas de pareja son el intentar saber todo del partenaire. Dónde esta, que hace en tal o cual lugar, porqué no llama, porque no escribe. Se pierde con ello la duda. La certeza será para el psicótico y su delirio, en muy cercana vecindad con la obsesión. Si se pudiera hablar de sanidad en el amor sería aquel en el que el otro partenaire es una pregunta. Porque cuando una parte tiene/aprisiona/controla al otro, ya no hay allí amor. Lo que hay es una relación de poder y posesión, mientras que el amor es indefensión, cesión.  De parte de ambos partenaires. El amor como libertad, no como esclavitud. Cómo entrega y no como sometimiento. Saberlo y tenerlo todo. El delirio erotomaniaco tiene en ellas su base. 

El amor como aquello que hace que se pase del goce al deseo. Deseo que posibilita el lenguaje y las relaciones con el Otro y los otros. Que hace lazo. Que posibilita el lenguaje y la comunicación, esa que hace reír. 










martes, 19 de marzo de 2019

Goza tu síntoma, o...

Las relaciones del psicoanalisis con la medicina iniciaron ya desde su fundador. El descubrimiento de los procesos inconscientes solo podría haberse originado en los albores de un consultorio médico. No es cualquier lugar. Detengámonos en la experiencia más cercana. Uno acude al médico ante la dolencia del cuerpo, del cuál, se presenta como un malestar. El silencio del cuerpo de pronto se ve alterado por el ruido que con el que hace acto de presencia la enfermedad. Situación privilegiada si lo que existe es un deseo de escucha. Pues al médico se le consulta por su saber acerca del cuerpo y sus dolencias. Y el paciente que llega buscando consultar ese saber no tiene más que la palabra para describirlo. Traducción en lenguaje del pathos de los órganos corporales. 

¿En que momento la consulta médica se transforma en un psicoanalisis? El genio freudiano deja de oír para comenzar a escuchar. De la mano de la histeria, continente desconocido y remitido a tratamientos medievales aun vigentes para la época, es donde se descubre lo inconsciente. "La mente, la mente . Si quiere que me lamente, me lamento". Frases intercambiadas en el show "Lutherapia" de Les Luthiers, en donde se representa una serie de sesiones de análisis con el tono de comedia conocida para quienes somos fans de esta agrupación argentina.  El tema "Dolores de mi vida" devendrá ocurrencia ante la interpretación del bufonesco analista en el que sugiere que la enfermedad, el malestar del cuerpo "no más que una creación de la mente". ¿Que hay con el sufrimiento? Aquí nos apoyamos en la cuatro verdades del budismo:

1er. Verdad: Hay el sufrimiento. Los humanos enfrentamos de manera constante de las pasiones: ira, miedo, tristeza. Nacimiento, enfermedad, muerte.
2da Verdad: El sufrimiento es causado por el apego y el deseo. Nos aferramos a metas, deseos, personas, y el sufrimiento es al perder los lazos. La expectativa no genera más que decepción.
3era. Verdad: El cese del sufrimiento es posible, a costa de despegarnos. Renunciar al deseo.
4ta. Verdad:  El propio mejoramiento consiste en disminuir las gratificaciones hedonistas con la auto negación ascética.  

Continua la enseñanza, la primer verdad ha de reconocerse y aceptarse, la segunda debe abandonarse, la tercera debe ser realizada, y la cuarta desarrollada.

El psicoanalisis sostiene que el síntoma es un intento de solución a un trauma. Y esta solución sustitutiva trae lo que Freud llama "ganancia secundaria". Es decir, existe un goce desconocido para el sujeto que obtiene con su síntoma. El ejemplo es clásico. Una persona con alguna dolencia fisica o enfermedad obtiene a su vez mayor atención, amor, cuidados, excepciones, etc.

Continua...